La belleza de morir es que, finalmente, se entiende la misión que tiene la humanidad aquí en la tierra. Entendemos que después de todo es el amor el que puede salvarnos de todos los apocalipsis imaginados y creados. Podemos comprender que siendo un grano de arena, todos somos parte de un inmenso mar, tranquilo, con aquella brisa...ese oleaje casi perfecto de calma y de gratitud, de recogimiento y de agradecimiento, con aquella estrella que siempre nos ha acompañado desde que éramos unos bebés, ahora en el ocaso, acariciándonos el rostro.
Los iluminados, sin embargo, se percatan de aquello en vida. Despiertan aquí para ir sin más demora a encontrarse con nuevos tipos de existencia, en presencia de aquello que se llama amor.
La palabra amor es tan infinita, con tantos significados, que siempre seguirá siendo un enigma para la humanidad. Es como un fractal: no se puede delimitar.
Menos mal, porque así siempre existirá en este planeta, y en nuestras esencias.
Morir es parte de nuestro ciclo y realmente no tendria porque ser malo, lo importante es romper los apegos en vida. Linda publicacion!!
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